
Obedientemente esperaba a diario desde las 19:00 bajo el mismo árbol en que lo vio sentado la primera vez.
Con la ferviente esperanza de verlo aparecer solo una vez más.
Era su eterna y silenciosa cita a la única que inconcientemente juro fidelidad.
Por horas bajo aquel árbol, hoy en flor gracias a la primavera, leyendo una y otra vez las mismas paginas gastadas de ese libro que el le regalo meses atrás.
Hasta que las manillas de su reloj marcaban las 00:00 "hora de terminar" se decía para si misma sonriendo comenzaba a caminar, solo debía esperar diecinueve horas más, pues el esta vez, no tardaría en llegar.
1 comentario:
ya puedes lo que escribiste para mi revista, esta lista la neuva edición, ve como quedó...
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