lunes, 26 de septiembre de 2011

Dos pasos

No me importaba dar dos pasos en vez de uno, no me importaba tardar horas en caminar solo algunos metros, nada me importaba mientras pudiera mirar el cielo.
Daba igual cuantas personas pasaran al rededor mío, personas apresuradas que no veían más allá de sus zapatos de tacón alto, de sus zapatillas sucias, de sus zapatos de oficina muy lustrados, de sus zapatos de colegio empolvados.
Dar dos pasos en vez de uno significa disfrutar con lentitud cada día, disfrutar cada segundo de la vida, durante los otoños el caminar lento me permitía ver caer las hojas de los árboles, hojas amarillas, rojas, café, naranjas, que luego pisaba lentamente, y escuchaba el "crash, crash" que hacían al romperse.
En los inviernos, sentir la lluvia en mi rostro frío, podía ver como caían las gotas de agua en las cada vez más grandes posas, y la gente correr rápidamente a esconder de la lluvia, a esconderse del frío y del invierno, no me importaba dar dos pasos en vez de uno cuando podía observar a la gente que no disfruta lo hermoso del cotidiano invernal.
Dar dos pasos en vez de uno durante la primavera y ver hacia arriba, me permite ver los arboles con pequeños brotes de verde en sus ramas algo seca, algunas flores rosadas junto a esas pequeñas hojas verdes.
No me importaba dar dos pasos en vez de uno, mientras mi vida pareciera más larga, más placentera, más eterna...
Dos pasos en vez de uno me hacía sonreír de la rapidez con la que vive todo el mundo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Mijita

La señora de la esquina dijo: la felicidad pu mijita.
Yo la miré con cara de no entender a que se referia, pero despues descubrí que el cuaderno que llevaba por casi un año en mi mochila estaba tan vacio como el día en que lo compré
¿porque? me pregunté, fué entonces cuando la voz chillona de la Señora de la Esquina volvio a mi revuelta cabeza "la felicidad pu mijita".
Claro esa era la solución casi un año.
Lo que me extraño de esta situacion fue que esta mujer supiera que yo estaba feliz, por que en mi cara no vea rasgos de felicidad, veia los mismos ojos café de siempre, el mismo pelo castaño, algo más corto, pero nada más
No quiero decir que esto no sea evidente, pero él tampoco se dirigia hacia mi para que ella lo notara, tampoco quiero culparlo a él de esta felicidad, pero no es gracias a mi que es constante
¿Entonces?

la felicidad pu mijita, la frase esa se me quedo grabada en la mente, se repetia por si sola una y otra vez.

A esta mujer le faltaba decirme, "es el amor" y sería el colmo, una extraña descubriendo mis más profundos secretos.

Es el amor mi niña, dijo entonces la mujer de la esquina, en este punto la crei bruja adivina, un enviado de Merlin, de Morgana o de cualquier adivino famoso de la historia.

Preferí salir corriendo de ahi, total, ya sabia que las hojas en blanco eran producto de la felicidad y el amor, no mijita?
Y ...Te cuento un cuento freak