Un punto aparte, una sonrisa eterna

Hicimos galletas, y salimos, las mismas calles de siempre, eran totalmente distintas a tu lado, me tomaste la mano, el parque Ecuador, mi miedo a las lombrices, abejas que no dejaban de molestarnos, me dijiste algo bonito, te abracé, te di un beso, y sonrisas, tu sonrisa, me enamoré, de la mano otra vez. Unos te quiero medios locos, muy de nuestro estilo.

 Han pasado hartos días desde ese día, hartos meses desde ese día, y han pasado hartas cosas entre nosotros, absolutamente nada ha logrado cambiar lo que siento por ti desde ese día, más galletas, y queques de colores,  hartos más besos que él de ese día y muchos te amo, del mismo estilo del primer te quiero. Y más allá de todas las palabras, eres mi eterna sonrisa.

Lo mismo

Salió de su casa como todas las mañanas, 8.45 am, sabía que esta mañana era distinta a las otras.Llovía.
Y caminó por las mismas calles de siempre, calles gastadas, pero sintió que ese camino, que ese día, y que los pensamientos que deambulaban por su mente, que todo eso, ya lo vivió en otro momento.

La lluvia mojaba rápidamente su ropa, las gotas atravesaban el jeans  y las medias lograban protegerla un poco más su piel, y al sentir las gotitas de lluvia caer sobre pelo, recordó que... eso ya lo había vivido.

Sintió miedo, el miedo a la repetición, a la monotonía, atemorizada, se sentó, sobre el suelo mojado, bajo la lluvia.
Cerró los ojos, nuevamente las gotas sobre su piel, cayendo por su rostro, sus ojos, su nariz, sus labios.
Entonces...
Despertó