Y aveces no sabíamos como reaccionar, no sabíamos jugar a cosas distintas, no existían juegos nuevos en nuestro repertorio. Y jugábamos a las escondidas una y otra y otra vez, todos los días.
Mientras pensaba en jugar a lo mismo de todos los días, como si no nos conociéramos desde antes, no podía evitar recordar, y manosear las mismas palabras de amor, que se entregan a cualquiera, los mismos juegos que se juegan con cualquiera, como si no fuera nada especial, como si no existiera nada especial entre nosotros.
Y aveces era lo mismo, la misma reacción idiota, infantil de no saber como reaccionar ante la felicidad extraña y extrema que produce cumplir deseos cumplir sueños, que nunca soñaste ni deseaste cumplir.
¿Lo entiendes?